Marisela apretó los labios. Anteayer Lorenzo había dicho que contrató a todo un equipo de abogados, y no imaginó que fuera cierto y que actuarían tan rápido.
Sacó a Aurelio de la lista negra y marcó su número. Cuando contestó, ella dijo:
—Gracias por avisarme. En estos días buscaré un abogado para responder.
Aurelio le respondió: —No hay de qué. El señor Cárdenas vino preparado y amenazó diciendo que tiene que ganar, o de lo contrario arruinará la reputación de esos abogados.
Al escuchar esto, la expresión de Marisela se tornó aún más fría.
Aurelio le estaba dando información confidencial, pero siendo el asistente de Lorenzo, ella entendía que debía mantener el secreto.
—No te preocupes, no revelaré tu nombre. Tampoco le diré nada a Eduardo por ahora; esperaré hasta que el caso sea aceptado para notificárselo —dijo Marisela.
—¿Anoche me llamaste para decirme esto? Disculpa, no pude contestar —agregó.
—Ah, anoche no era por esto. El señor Cárdenas fue a tu fraccionamiento y los guardias