—Firmaré, pero si Lorenzo vuelve a acosarme o intenta llevarme por la fuerza, procederé directamente por la vía legal.
Eduardo miró a su nieto que estaba a su lado y le lanzó una mirada severa:
—¿No vas a dar garantías?
Lorenzo solo miraba a la joven a lo lejos. Ya se había quitado la mascarilla, revelando un rostro hermoso cuidadosamente maquillado.
Se había cortado el pelo, llevaba maquillaje y vestía muy diferente a antes, incluso con tacones altos.
Cuando estaba con él, Marisela nunca se arreglaba: cara lavada, zapatos planos, camisas y vaqueros, sencilla y sin pretensiones. Pero ahora...
Se arreglaba para ese infeliz, para complacerlo.
Nunca había entendido que amar y no amar marcaban una diferencia tan clara.
Lorenzo apretó los puños, sintiendo una acidez en el pecho y un calor en los ojos.
—Marisela, te garantizo que no volverá a molestarte —dijo Eduardo al ver que su nieto no decía nada, solo miraba absorto.
—Espero que cumpla su palabra —respondió Marisela mirando a Eduardo.
D