Capítulo 387
No era vidrio. Por el color, debería ser un cristal azul natural, que originalmente debía valer una fortuna, pero ahora al estar hecho pedazos se había vuelto inútil.

Aurelio frunció ligeramente el ceño. Él era el asistente del señor Cárdenas, aunque acababa de presenciar la patética apariencia de este hijo bastardo, tampoco sentía mucha compasión.

Porque el otro había transgredido primero, y un bastardo debería tener la conciencia de un bastardo. ¿Cómo podría el señor Cárdenas darle la bienvenida?

Justo cuando se preparaba para irse, la persona detrás habló:

—Aurelio... Lorenzo me odia mucho, ¿verdad?

Esta voz era como la de un mosquito, llena de humildad y tristeza. Aurelio frunció los labios, pensando:

¿No es obvio?

Pero aunque fuera un bastardo, tenía un estatus más alto que el suyo, además Eduardo había hecho que viniera a la oficina principal, así que respondió con formalidad profesional:

—No es así, el señor Cárdenas solo estaba de mal humor esta mañana, así que te viste afectad
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