—Sí, exacto, solo te usé —Marisela se volteó, recogió las emociones de su rostro y se volvió fría e indiferente.
—Entonces quedemos en paz, yo tampoco te busqué para responsabilizarte por causarme la fractura y esas cosas. Con el divorcio, tampoco quiero ni un centavo de tu dinero.
Al escuchar esto, Lorenzo se volvió a alarmar.
No, ese no era el resultado que quería.
Solo quería que Marisela se sintiera culpable, quería que por haberlo usado suavizara un poco su actitud hacia él, que le diera la oportunidad de enmendarse y compensarla.
—¡Marisela! ¡No puedes tratarme así, claramente fuiste tú quien invadió mi mundo! ¡Y ahora eres tan cruel y despiadada! —gritó Lorenzo hacia esa figura decidida.
—Así que también recibí mi castigo —Marisela giró la cabeza, su voz fría, sin mirarlo.
—¿O crees que no me mataron completamente y te sientes insatisfecho?
Al escuchar palabras tan punzantes e intencionalmente hirientes, el corazón de Lorenzo se contrajo dolorosamente.
—Ya te dije... nunca quise