Capítulo 415
Naim, que estaba siendo sujetado y obligado a arrodillarse, ahora tenía una rodilla en una posición extraña, con sangre manando y empapando el suelo.

Con una herida de bala en el hombro y ahora en la rodilla, el dolor extremo hacía que el rostro de Naim estuviera cubierto de sudor frío. Se convulsionaba de dolor, mientras un jadeo áspero escapaba de su garganta, sus ojos llenos de odio fijados en Samuel.

Lorenzo esbozó una sonrisa fría.

«¡Bang!»

Otro disparo resonó.

Ambas rodillas de Naim estaban destrozadas.

Apretó los dientes, luchando por no perder el conocimiento debido al dolor.

Samuel, con un gesto despreocupado, arrojó la pistola de vuelta al guardaespaldas, su voz llena de una crueldad escalofriante:

—Ahora, no podrás salir de este bosque.

El olor a sangre impregnaba el aire, casi asfixiante.

Lorenzo, sin cambiar su expresión, apartó la mirada de la escena y bajó la cabeza para hablarle a Celeste:

—Hablaremos cuando volvamos.

El cuerpo de Celeste estaba cubierto con la sangre d
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