—Lorenzo, suéltame. Tengo que ir al baño, suéltame —le dijo a Lorenzo.
Lorenzo dijo algo que ella no entendió, soltó su cintura y se dio la vuelta para seguir durmiendo.
Celeste lo miró de reojo, se destapó y se levantó de la cama, caminando hacia el baño.
Anoche se había quedado dormida mientras se bañaba, no sabía en qué momento él la había llevado de vuelta a la habitación.
Después de que ella salió del baño, Lorenzo seguía dormido.
El hombre tenía los ojos cerrados, pero incluso en sueños, sus perfectas facciones transmitían una imponente y elegante presencia.
Este hombre era realmente apuesto…
Celeste desvió la mirada y caminó hacia la puerta.
Al salir, atravesó un pasillo y llegó a un lujoso salón.
—Buenos días, señorita.
Una criada estaba puliendo un florero. Al verla y se irguió de inmediato, saludándola con nerviosismo.
Celeste se confundió:
—¿Por qué pareces temerme?
La criada le respondió con cautela:
—Usted es la persona del joven señor Lorenzo.
Entonces, no le temían a ell