Devanie había luchado y se odió por ser tan débil frente a ese macho cuando ella sabía lo letal que podía ser, su padre la había enseñado, entonces ¿Por qué no podía defenderse de ese macho? ¿Por qué se sentía tan inútil?
Él la empujó hasta otra habitación y Devanie notó que en ese lugar todo parecía tan tétrico.
No había ventanas, fue lo segundo que notó cuando él la soltó al fin cerrando la puerta detrás de él sin quitarle los ojos de encima.
—No volverás a escapar, no otra vez. Más te vale que no vuelvas a hacer otra cosa tan imprudente, pudiste romperte el cuello al saltar por la ventana y Xenón pudo haberte...
Él gruñó apartando la mirada de ella sin culminar su frase.
—Quítate ese vestido, no eres una Lumia.
Él se volteó para irse pero ella aprovechó para golpear su espalda con furia. Sus garras no eran venenosas como las de su madre pero seguramente le harían mucho daño y quizás podría escapar.
Era un intento desesperado y tonto pero ella estaba desesperada.
Cuando las enterró