Devanie clavó su mirada en él buscando ver su rostro pero todo lo que podía ver era un hombre de constitución fibrosa, demasiado alto e intimidante. Más aún cuando no podía ver su rostro pero algo que ella sí podía ver era el brillo peligroso en su mirada.
—¿Quién eres?
Él no respondió.
Sus ojos salvajes estaban puestos sobre ella como si fuera una presa.
“¿Y si es uno de los machos enviados por los ancianos? ¿Dónde está Kieran? ¿Lo tendrán?”
Ella comenzó a respirar con más dificultad y miedo.
“Concéntrate Devanie. Papá estuvo preparándome para algo así.”
Ella miró alrededor de su habitación disimuladamente y vio que su ventana estaba cerca, sin embargo, para ella correr tendría que darle la espalda al macho y seguramente aprovecharía eso para noquearla.
Él dio un paso en su dirección logrando que ella se tensara.
—Eres frágil —lo escuchó arrastrar las palabras—. Una pequeña cachorra.
Su acento era extraño.
Nunca había escuchado nada igual y por alguna razón Devanie se estremeció, sint