—¡¿Quién…?!
El Alfa del Bosque oscuro no tardó en asesinarlo rápidamente tras soltar un gruñido.
—Hablas demasiado.
Amarok había dejado un camino de sangre y muerte escondiendo los cuerpos de cada lobo que se había atravesado en su camino.
Nadie haría que interrumpiera su meta. Él llegaría a ella de una manera u otra.
Seriamente pensaba que la seguridad en aquel lugar era una vergüenza sin ser capaz de entender lo increíblemente fuerte que era frente a esos machos que lo enfrentaron.
Cada vez que alguien venía él simplemente los acababa y arrastraba sus cuerpos a la habitación más cercana para no levantar sospechas de los demás que pasaran por ahí, por suerte a esa hora las habitaciones habían estado vacías. El Alfa miraba casi ofendido aquel lugar, disgustado por las preferencias “humanas” en un sitio de lobos.
Nada ahí se parecía a su manada.
De repente se detuvo en seco al captar aquel aroma que se coló por sus fosas nasales despertando a su lobo quien enseguida fue llamado.
“Tiene