El celo de Aisha casi había desaparecido después de la noche anterior. Sin embargo, los pensamientos sobre el posible cachorro la estaban volviendo loca.
No podía dejar de pensar en eso.
Por eso en la mañana había ido a ver a Gala.
—¿Crees que pueda quedar preñada si no soy su compañera? Además, aún no tengo los veintiuno.
Estaba un poco, avergonzada de tener que preguntar aquello admitiendo que Kieran le había quitado la virginidad.
Tu mejillas estaban rojas por la vergüenza y a duras penas Gala estaba evitando reírse.
—Aún no sabes si eres su compañera o no.
Aisha enseguida frunció el ceño por la respuesta de la bruja, sin entender.
—Claro que lo sé. Él ya tuvo una compañera, no puede tener otra.
—¿Y dónde está preestablecido eso? Que no suceda a menudo, no quiere decir que no pase.
Los ojos de Aisha se abrieron de golpe, sintiendo como su corazón, se aceleraba cada vez más rápido.
Su vientre se llenó de aquella emoción que no podía contener.
Anhelo, era obvio que anhelaba al macho