—¿Por qué sigo teniendo el celo? No lo entiendo, ha pasado semanas y esto solo se vuelve peor —preguntó aturdida Aisha a la bruja.
Puede que su cuerpo encontrara calma en el momento en que el agua lo recorría. Pero aquellos no era suficiente.
Estaba volviéndose loca con no ser ella misma, no tenía ni la menor idea qué estaba mal con ella.
Gala la observó con ojos astutos antes de responderle.
—Eso es porque no estás escuchando a tu cuerpo. Te lo dije ese día.
Ella la miró realizada antes de intentar hablarle otra vez.
—¿Quieres decir que esto no se me pasará, a menos que quede preñada?
—No lo creo. Pienso que si tienes sexo pasará.
Aisha palideció notablemente sin perderse de los primeros pensamientos que llegaron a su cabeza con la respuesta de la bruja.
Si era sincera con ella misma, solo se sentía atraída por un macho pero él era demasiado inalcanzable, como para poder pensar en él.
—Yo… tengo que irme.
—Te estaré esperando, niña. Aunque estoy segura de que mi sofá no será mejor qu