—¿Estás segura de esto, Gobernante Dana? —preguntó la sacerdotisa cuando Dana llegó al lado de Alessandro.
La pelirroja pareció dudar un poco antes de asentir con la cabeza bajo la mirada del Alfa del Este.
—Lo estoy.
La sacerdotisa quiso sonreír porque todo estaba saliendo según el plan.
—Tomaré la muestra de sangre de los dos y entonces podré empezar con el proceso. Pero tardaremos los seis días restantes para que todo esté listo. ¿Quién será el primero?
—Yo.
Alessandro dio un paso adelante y Dana esperó afuera mientras empezaban con él.
No pudo evitar dar un vistazo por el lugar palpando las paredes.
Todo en la fortaleza de los ancianos era antiguo.
Su ejército entero estaba rodeando la fortaleza y Dana estaba segura que era porque Kian había penetrado el lugar sin miramientos.
Luego de unos minutos Alessandro la miró y dio un asentimiento con la cabeza. Ambos se comunicaron con la mirada antes de que ella entrara de una vez por todas.
—Puedes sentarte, Gobernante Dana.
La sacerdot