XIII. El amo y señor del castillo
Ailsa se había quedado dormida, después de lograr tranquilizar a Callum, que no había parado de llorar en toda la tarde, diciendo que Matt lo iba a odiar, que se quería ir con Ailsa, que los niños aquí eran malos.
Pasó mucho tiempo convenciéndolo y a penas y tocó su cena.
Se durmió pensando en qué le diría a Matthew cuando llegara.
No quería causarle más problemas de los que tenía, pero no se le ocurrió ninguna escusa para lo de la evidente bofetada en el rostro.
- Dime que sucedió, ¿quién se atrevió a golpearte? - le preguntó Matthew, pasando suavemente los dedos por su mejilla magullada y apretando los dientes con enojo.
- No te preocupes, Matt, fue algo sin importancia, un error mío, solo…
- Ailsa, ya basta, dime quién te golpeó y lo que sucedió, sea lo que sea, nunca es un error tuyo, ni justifica la agresión- la interrumpió Matthew
- ¿Fue mi tía, cierto? Te dije que no debías aguantarle nada, no lo hagas por mí. Ailsa, mírame, no llores, no llores pequeña...
Matthew la abr