POV: Dante
Los resultados llegan antes de la hora del almuerzo.
No en papel, no con timbre. En forma de notificación discreta en una de las pantallas laterales, con el asunto anodino que usan los sistemas cuando manejan cosas que no entienden del todo.
“Exámenes Vega, Aurora – confidencial.”
Abro el archivo.
Pantalla blanca, tablas, números. Para cualquiera serían solo siglas: niveles, rangos, parámetros. Para mí, son otra cosa.
Primero lo obvio: hemograma. Hierro, glóbulos, plaquetas. No hay anemias graves, nada que justifique por sí solo los mareos. Glucosa dentro del límite. Riñón, hígado, correctos. Un humano diría “está cansada, pero sana”.
Luego, más abajo, lo que realmente me importa.
Un panel hormonal que nadie pidió explícitamente en el correo, pero que está ahí. Herrera no es estúpida.
Estrógenos, progesterona, LH, FSH… y un par de marcadores que un médico humano no sabe leer como lo que son.
El patrón es claro.
No es enfermedad. No es “desregulación” en el sentido que escri