Paul
El sonido de los besos y jadeos inundan y llenan la habitación de nuestro casi ex apartamento. Marina cabalga encima de mí, rebota lento y se hinca hasta lo más profundo. Hacía casi dos semanas que no nos veíamos y yo ya no aguantaba más el no verla, el no tocarla, el no sentirla así como justamente la tengo encima mío.
Se inclina más bajo hasta estar a la altura de mi oreja, la muerde, la besa y yo lo único que puedo hacer es sujetarla más fuerte por la cintura y hacer aún más profundas las embestidas.
—¡Oh Paul si sigues así me voy a ir mi amor!
—Tus deseos son órdenes princesa.
No le doy tiempo a replicarme y acelero el movimiento de mi cadera, mientras mis manos en su cintura aún la retienen más fuerte contra mi cadera. La beso lo más fuerte y descarado que puedo mientras siento que se humedece más y más y su vagina se aprieta contra mi polla, debe estar apunto y yo quiero seguirla al clímax.
Marina estalla en un fabuloso y largo orgasmo mientras yo sigo y sigo sin parar hast