Marina
Ha sido toda una experiencia por fin despertar en los brazos de Paul en nuestra nueva casa. La casa que hemos elegido los dos para formar nuestro hogar. Ayer fue todo tan rápido y agotador, nos fuimos a la cama muertos del cansancio de tanto desempaquetar cajas, mover muebles, etc, estoy agotada. Esta mañana apenas tomé un café y salí volando para la oficina. Paul se quedó tele trabajando en casa desde lo que va a ser su nuevo despacho, que por cierto tiene unas vistas increíbles al jardín trasero y a toda la vegetación que nos rodea.
Suena mi teléfono por el manos libres del coche. Es Alicia, que raro es muy temprano. ¿Habrá pasado algo? Tomo la llamada sin pensarlo más.
—Hola Alicia, buenos días.
—Hola Marina. ¿Cómo va todo?
—Bien, bien por el momento. Por fin nos hemos mudado juntos. ¿Y tú cómo estás? —No habíamos hablado aún prácticamente nada desde aquel fatídico día que le conté la verdad.
—Precisamente por eso te llamaba. Sé que es muy temprano, pero es que dejé al