GIANNA
Tragué con dureza ante la atmósfera mientras sentía mi pulso acelerarse con ligereza, y vi a Thomas acercarse con un sobre en la mano.
—Señor, ya está listo. Es el acuerdo estándar para casos de emergencia, pero creo que será suficiente.
—Lo será —respondió Vik y resopló—, mantenlo a resguardo y hazlos pasar, por favor.
—De acuerdo, señor
—¿Por qué yo no tuve que firmar un acuerdo de confidencialidad? —pregunté mientras veía al castaño avanzar hacia la entrada, y a la señora Laila ir a dar sus órdenes.
—Tu contrato tiene algunas cláusulas.
—Pero nada comparado a un acuerdo individual.
—Es porque eres tú, Gianna… Nunca he pensado que harás algo como divulgar las cosas que pasan aquí, y si así fuera tampoco es malo. Esta institución está tan podrida, que no me extrañaría que me echaran del país si algún día se llegara a saber toda esta verdad.
Fruncí el cejo y chasqué con la lengua, cerrando los ojos de nuevo y echándome hacia atrás.
De la nada, sentí una mano tomar la mía, y el