El aire en la sala se tornó espeso, casi asfixiante. Todos parecían contener la respiración, esperando la próxima palabra que detonaría un conflicto inevitable. Helena pasó una mano por su frente, visiblemente tensa.
“Voy a ordenar una auditoría digital inmediata” —anunció con decisión—. “No podemos dejar cabos sueltos.”
Clara mantuvo su postura rígida, aunque el brillo en sus ojos delataba una preocupación creciente.
“Eso es innecesario” —intervino rápidamente—. “La denuncia ya ha presentado pruebas. ¿Realmente queremos malgastar recursos en una investigación que podría confirmar lo que ya sabemos?”
Laura notó la sutil desesperación en su voz. Clara quería evitar que se indagara demasiado en los registros.
“Si estás tan segura de la veracidad de las pruebas, entonces no debería haber problema en que se analicen los accesos con mayor profundidad” —dijo Laura, con un tono calculadamente tranquilo.
Helena asintió y tomó su teléfono, llamando directamente al jefe de TI.
“Ne