82. Debemos llevarte al hospital
Cuando despertó la mañana siguiente, más exhausta que de costumbre y con un leve dolor de cabeza, vio que el otro lado de la cama ya estaba frío y vacío.
Echó un rápido vistazo al reloj solo para descubrir que eran casi las nueve y salió despavorida fuera de las sábanas. Se alistó lo más rápido que su cuerpo le permitió y buscó sin resultados el móvil en todos lados. ¿Dónde lo habría dejado?
— Buenos días, señorita — la saludó James, amable y cauto como todos los días —. El auto ya está listo.
Ella asintió y sonrió de alivio, agradeciendo que Jack no haya tomado medidas drásticas e innecesarias contra él.
— Buenos días, James. ¿Sabes a qué hora se fue Jack? — preguntó cuándo ambos saltaron dentro delo elevador.
— A la hora habitual — respondió, con las manos cruzadas al frente.
Kira suspiró y miró de medio lado al hombre.
— James, respecto a lo de ayer…
— Usted es sabia e inteligente, señorita — la interrumpió con respeto —. Confío en que le hablará al señor con la verdad.
Ella asinti