73. Esa mujer era suya
Pasados unos minutos, ella se separó y lo miró a los ojos.
— Me gusta que digas nuestra habitación — musitó, enamorada, increíblemente enamorada, mientras él posaba sus manos en su cintura.
— Nuestra habitación — repitió, con voz profunda, perdido en esas dos preciosas gemas castañas.
— Oh, es tan sexy — jadeó ella, mordiéndose el labio inferior.
Jack soltó una larga carcajada y la alzó en volandas sin ningún esfuerzo para después sentarse en la orilla de la cama y ella lo montara a horcajadas.
— Tú eres sexy — admitió, besándole el cuello. Kira soltó un gritito de cosquillas y se rio.
De a poco, y sin prisas, el hombre la fue adornando con caricias y roces suaves, íntimos, midiendo cada una de las reacciones del cuerpo femenino. Ya no quería cohibirse ni resistirse a nada con ella, al contrario, quería explorar el camino de lo que significaba tener una relación, una familia, y eso solo lo quería a su lado. Ella era la indicada.
— Oh, Jack, sí, bésame más — le pidió ella, de pronto ex