Los días pasaron lentamente, y la tensión entre Sebastián y Emma creció aún más. Había algo en el aire, una especie de fricción que no podían ignorar, pero también había una clara atracción que no podían negar. Cada uno estaba luchando por sus propios demonios: Sebastián tratando de probar que sus sentimientos eran reales, mientras Emma luchaba por proteger su corazón de cualquier nueva herida.
Emma se encontraba en su oficina una mañana, cuando una llamada sorpresa de Sebastián la sacó de sus pensamientos.
-"Emma, quiero hablar contigo sobre algo importante. ¿Puedes reunirte conmigo ahora?"- dijo su voz a través del teléfono, una mezcla de seriedad y urgencia.
Emma dudó por un segundo. La última vez que habían tenido una conversación como esa, las cosas no habían salido como esperaba. A pesar de la incertidumbre, aceptó la invitación.
Cuando llegó al despacho de Sebastián, lo encontró esperando de pie junto a su escritorio. Estaba vestido con un traje gris oscuro que le sentaba perfe