Las luces parpadeaban con un zumbido bajo en la sala, creando una atmósfera densa y casi palpable. Aitana y Javier seguían observando la pantalla, hipnotizados por la cantidad de información que se desplegaba ante ellos. Los nombres, las fechas, las cifras, todo parecía interconectado, pero había algo aún más inquietante: los rostros. Rostros de personas que ellos conocían, rostros de figuras poderosas en la política, en los negocios, rostros que habían sido la cara de lo que pensaban que era un mundo justo. Ahora esos mismos rostros se veían implicados en una conspiración global que abarcaría más de lo que jamás habían imaginado.
Nicolás observaba la pantalla, con una mirada fría, como si disfrutara del sufrimiento ajeno. La expresión de Javier se endureció aún más mientras analizaba los datos. Sabía que estaban ante algo mucho más grande de lo que habían creído. Ya no se trataba solo de Blackstone o de la venganza personal de Nicolás, sino de un entramado que involucraba a personas