La madrugada llegó sin previo aviso. Las luces de la ciudad, ya apagadas en su mayoría, daban paso a una quietud inquietante. Sebastián no pudo dormir esa noche, y su mente seguía repitiendo una y otra vez las palabras de Marco. "Yo no soy el villano aquí, Sebastián." Esa frase lo perseguía como una sombra oscura, desbordando todo su pensamiento. ¿Realmente estaba tomando las decisiones correctas?
El reloj marcaba las 4:30 AM, y Sebastián estaba sentado en su despacho, rodeado de papeles y archivos. Su mirada, vacía, se posaba sobre el escritorio como si estuviera buscando una respuesta en medio del caos de su trabajo. A pesar de todo lo que había logrado en su vida, ahora se encontraba atrapado en una red que había sido tejida por su propia familia. No sabía si lo que había descubierto sobre Marco lo liberaba de la mentira en la que había estado viviendo o si, por el contrario, lo sumergía aún más en un mar de dudas.
El sonido de la puerta de la oficina abrió suavemente, y Emma entró