Presión

Los gritos que provenían con fuerza desde la parte de afuera hicieron que Charlotte despertara, llevó una bata sobre su cuerpo y salió a toda prisa.

—¿Mamá estás bien?, Mía, ¿a qué se deben esos gritos? —preguntó Charlotte mientras se dirigía hacia la sala. 

—Por favor no lo haga, mi hija se esfuerza trabajando para cumplir con los gastos, somos personas honestas y lo último que haríamos sería robar el alquiler; por favor denos un poco más de plazo para pagar la renta —suplicó Eva con un tono de voz débil debido a su enfermedad. 

—Ese no es mi asunto, fui clara con ella y este no es un lugar de caridad para darle hospedaje a una vieja enferma, a una mocosa entrometida y a...

—¿Qué sucede, por qué los gritos, y estos hombres qué pretenden hacer con nuestras cosas? —interrumpió Charlotte yendo directo hasta donde se encontraba su madre.

—Necesito mi dinero, y tendrá que ser en este mismo instante, porque de lo contrario estos hombres se encargarán de poner todos esos trastos viejos en la calle —impuso Alexandra con un tono de voz lleno de altivez. 

—No hay necesidad de llegar a estos términos, iré por el dinero —Eva fijó la mirada en su hija, sentía pena al ser tratados de aquella manera.

Charlotte se dio vuelta y fue hasta la habitación, tomó el dinero y regresó, con el rostro firme Charlotte colocó el dinero en las manos de Alexandra.

—Espero que esto no se vuelva a repetir, en una próxima ocasión no les daré tiempo y los enviaré a la calle, donde pertenecen —agregó Alexandra mientras las observaba con desprecio. 

Una vez que se retiró aquella malhumorada mujer Charlotte se acercó a su madre, tomó su mano y la besó, colocó la mano sobre su hombro y la llevó de regreso a la habitación. 

—Siento mucho que hayas tenido que vivir este momento incómodo, me gustaría ayudarte, pero debido a mi estado... por mi enfermedad todo es imposible —habló Eva con los ojos húmedos. 

—Mamá, no te preocupes, te aseguro que esta situación no se volverá a repetir, te prometo que me esforzaré para asegurar nuestra estadía bajo un techo, sin importar que sea aquí —Mia irrumpió en la habitación. 

—Estaba segura que seríamos sacadas a la calle, Charlotte eres la mejor —Mia abrió los brazos y abrazó a su hermana.

—Este fin de semana será especial, iremos de compras, adicional abastecemos las medicinas de mamá —aseguró Charlotte, Mia al escuchar los planes de su hermana dio pequeños saltos de alegría.

Charlotte se encargó de que aquel fin de semana fuera diferente y especial, había logrado sacar sonrisas del rostro de su madre y de su hermana. 

Por primera vez todo fue diferente a aquello que habían tenido que vivir una vez que su padre les había pagado de la peor manera.

Charlotte preparó la comida favorita de su madre y su hermana, a pesar de las sonrisas no podía tener tranquilidad en su cabeza, el trato que había hecho con Logan se había convertido en su peor tormento. 

Al día siguiente Charlotte se despidió de su madre y de su hermana, como de costumbre fue a la universidad, en su rostro se podía notar que estaba feliz, se pondría al día con su deuda y podría continuar con sus estudios. 

A la distancia logró observar a Liam, sus ojos brillaron luego de aquel largo fin de semana, lo único que ella quería era ir hasta donde él y caer en sus brazos. 

Liam era el único que podía causar en ella tranquilidad, aquella paz que tanto necesitaba; dibujó una leve sonrisa en su rostro y luego de dar unos cuantos pasos la sonrisa desapareció. 

Madison acecho sobre su novio como si le perteneciera, Charlotte tuvo la marcha cerró los puños con fuerza sintiendo como las uñas ejercían fuerte presión sobre sus palmas. 

«No logró soportar su presencia, llegará el momento en el que Liam tendrá que decidir si quedarse conmigo o con su detestable amiga», pensó Charlotte mientras pasaba aquel trago amargo. 

Madison tomó a Liam del brazo, beso su mejilla y sonrientes fueron hacia el interior de la universidad, Charlotte estaba que no podía soportar, los celos la consumieron. 

Levemente Charlotte giró su cuerpo y cambió de rumbo, decidió ir en primer lugar a la oficina de recaudación, ante el simple hecho de recordar como Madison llevó las garras sobre su novio hacía que todo su cuerpo perdiera el control. 

Sus manos temblaban y su respiración era bastante agitada, se dirigió al baño, se ubicó frente al espejo, sentía coraje, lo único que pedía era que Liam le brindara toda su atención únicamente a ella.

Pero Madison de manera escurridiza lograba acercarse a él con gran facilidad, Charlotte abrió la llave, dejó que el agua cubriera sus manos.

De repente la puerta se cerró con fuerza, ella levantó la cabeza, una vez que llevó la mirada hacia la entrada sus ojos se espantaron al observar a unos cuantos tipos que habían ingresaron al baño con pasamontañas.

—¿Qué sucede? —cuestionó Charlotte con firmeza.

Lo primero que hizo fue tomar el bolso con fuerza queriendo impedir que su dinero fuese robado, dio unos cuantos pasos hacia atrás llegando su espalda contra la pared. 

—¿Quiénes son ustedes, qué quieren de mí? 

Uno de ellos la tomó de los brazos, otro la sostuvo del cabello, Charlotte entró en pánico.

—¡Auxilio, ayuda!... ¡Estoy siendo atacada! —gritó Charlotte con todas sus fuerzas.

Otro hombre cubrió su boca para impedir que siguiera pidiendo ayuda, los ojos de Charlotte se humedecieron, aquella sensación hacía que su cuerpo se debilitara.

 

—Escucha muy bien estúpida... Por tu bien abandona está universidad, desaparece como si jamás hubieses nacido, alguien no te quiere cerca, esa persona ha apagado suficiente dinero para que nos encarguemos de ti.

»Si decides pasar por alto esta advertencia en una próxima ocasión arrancaremos tu cabello y rasgaremos tu lindo rostro —las lágrimas hicieron presencia. 

—Miren la sorpresa que trae en el bolso, lo tomaremos como una disculpa —habló uno de ellos sosteniendo el bolso de Charlotte en su mano. 

—Hasta nunca mugrosa, sal en este mismo instante y nunca regreses —agregó aquel hombre que la sostenía del cabello. 

Charlotte no podía perder el dinero, lo necesitaba, era una suma bastante elevada y no pensaba rendirse tan fácil. 

En medio del peligro llevó la mano hasta uno de los pasamontañas queriendo descubrir quien estaba detrás de aquel ataque, pero aquellos hombres la empujaron con fuerza contra el espejo. 

Charlotte continuó forcejeando, uno de ellos la empujó con más fuerza al sentir que sería descubierto, aquella acción hizo que ella perdiera el control y posterior a ello cayó.

Charlotte recibió un golpe en la cabeza perdiendo la conciencia al instante.

—¿Pero qué hiciste imbécil? —le reclamó con fuerza—. Tu estupidez nos ha arruinado la vida. 

—Nada se ha echado a perder, salgamos ahora mismo antes de que nos descubran, tú guarda muy bien el dinero.

Luego de cometer su fechoría, retiraron el pasamontañas y salieron del baño como si nada hubiese sucedido. La sangre hizo presencia en la cabellera de Charlotte.

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