Al terminar se sentó, se retiró el antifaz y bebió una copa de licor; una vez más contó el dinero, había logrado conseguir apenas la mitad para pagar el alquiler, a eso debía sumarle los gastos de la casa y aquella deuda en la universidad.
En el rostro de Charlotte se podía notar que estaba agotada, a punto de darse por vencida.
Era una noche lluviosa, tomó uno de los gabanes y lo llevó sobre su cuerpo.
Sosteniendo la cartera sobre su cabeza se retiró. Atravesó la puerta, a pesar de la falta de dinero el clima se encargó de obligarla a buscar un taxi, en aquel momento las luces de un auto se encendieron desde la parte de atrás.
Charlotte no le brindó importancia, continúo con su marcha, a su lado se ubicó un sedán color oscuro, la ventanilla de la parte de atrás se abrió.
—Charlotte, te estaba esperando —aquel tono de voz hizo que toda su piel se erizara.
Charlotte detuvo su marcha giró su cuerpo y conectó la mirada con aquel hombre, el brillo de sus ojos se opacaba con la presencia de aquel misterioso hombre que mostraba completo interés en ella.
—No soy un acosador, ni mucho menos un pervertido, estoy interesado en conocerte, por favor sube al auto, hablaremos de negocios —Charlotte resopló.
—¿Negocios?, ¿qué clase de negocios podría tener yo con un hombre como usted?
—El clima es demasiado fuerte, sube a mi auto, te aseguro que no perderás el tiempo, los dos saldremos ganando —Charlotte levantó una de sus cejas.
—No importa lo que ofrezca, nunca estaré con usted —respondió Charlotte con firmeza.
Aquel hombre esbozó una sonrisa, recostó la cabeza en el cojín de la silla, sacó la punta de la lengua y la pasó sobre sus labios.
—Tengo el dinero que necesitas para que puedas pagar el alquiler de la casa, para que atiendas a tu madre enferma, y puedas encargarte de la deuda que tienes en la universidad, todo eso a cambio de algo muy sencillo —Charlotte tenso la mandíbula.
Ella inclinó la mirada, golpeó con el zapato el piso, estaba molesta y frustrada. Charlotte no era tonta sabía muy bien que frente a ella tenía la única oportunidad de solucionar su mala situación, pero no estaba dispuesta a entregar su cuerpo, a nadie que no fuera Liam.
—¿Qué quiere de mí? —Logan le brindó una sonrisa cargada de lujuria—. Lo sabía, con esa exagerada suma de dinero lo que usted pretende me causa repulsión, puede satisfacer sus necesidades con una mujer diferente, no soy esa clase de persona que pretende comprar...
Charlotte continuó con su marcha, estaba mal económicamente, pero lo último que buscaba era destruir su integridad, aquello que había cultivado para entregar a una persona que llegaría a amar sinceramente.
Nuevamente el auto se acercó, el hombre fijó la mirada en ella, cada vez demostraba más interés en Charlotte; debido a su manera de actuar no tuvo de otra más que descender del auto.
La lluvia golpeaba contra su cuerpo, su mirada se fijó en ella, sus labios color carmesí hacían que él perdiera el control deseando lanzarse sobre ella y devorar sus labios.
—Antes de que sigas negándote a mi ofrecimiento, necesito que me escuches. —Él dio un paso corto reduciendo la distancia—. Solo quiero que bailes para mí, únicamente para mí.
Charlotte dejó caer su mirada en sus labios, aquel tono de voz fuerte extrañamente la hacía sentir segura, la curiosidad la invadió, sintió deseos de conocer aquel hombre.
—Si aceptas pagaré el dinero que me pidas por tu exclusividad, firmaremos un contrato, bailarás para mí, para nadie más —Charlotte quedó en shock al escuchar aquellas palabras.
—Ya le dije que no estoy en venta...
—Ya lo sé —la interrumpió—. Prometo que no tomaré tu cuerpo, no hasta que tú así lo quieras, ya no tendrás que venir a trabajar en este club nocturno a cambio de unos cuantos billetes, te daré dinero, dinero de verdad... La cantidad que te mereces.
»Te presentarás solo para mí, haré que disfrutes los encuentros conmigo, haré que pierdas la cabeza por mí, y cuando lo hagas te entregarás libremente. Hasta entonces me conformaré con ver tu cuerpo semidesnudo frente a mis ojos —Charlotte quedó en silencio.
«Maldita sea, como quisiera tener dinero y no estar pasando por esta situación, no ser tratada como mercancía, aunque no lo quiera aceptar, esta es mi única salida, porque de lo contrario mañana seré expulsada a la calle junto con mi madre y mi hermana.
Me veré obligada a abandonar mis estudios, no tendré ni siquiera para la medicina de mi madre, no puedo permitir que terminemos en aquella tétrica situación.
Si acepto haré que cumpla con su parte, él asegura que no tomará mi cuerpo, no hasta que yo lo quiera, no pone una fecha en específico, así que tendré tiempo de sobra para comprometerme con Liam y así mi situación económica no será la misma.
Liam será el primer hombre en mi vida. Hasta entonces aprovecharé la oportunidad para mejorar la situación en mi casa, por lo menos hasta que termine la universidad y pueda encontrar un mejor empleo; nada segura que termine yendo a la cama con este sujeto», pensó Charlotte mientras observaba al hombre y al auto que se encontraba a su lado.
—Está bien, acepto —respondió Charlotte entre dientes.
Aquellas palabras fueron música para los oídos de aquel hombre, no quería presionarla, por más que deseaba sentir su cuerpo decidió darle tiempo, aún sabiendo que no era aquella clase de persona que solía ser paciente, lo que le gustaba lo tomaba a como diera lugar.
Abrió la puerta del auto y le indicó a Charlotte que siguiera, ella llevó la mirada a su alrededor, no había nadie presente, subió con temor, él se ubicó a su lado.
De un sobre sacó unos documentos, tomó un bolígrafo y se los brindó a Charlotte.
—Este es un contrato de exclusividad, no podrás decirle a nadie lo que suceda entre los dos, soy un hombre importante y ante el más mínimo escándalo me veré perjudicado ante los medios, socios y demás empresarios
»También estipula que tendrás que cumplir con tu parte sin importar lo que suceda, el documento contiene esos y otros cuántos términos, si quieres puedes tomarte todo el tiempo para que lo leas —la presión sobre Charlotte era bastante, lo único que deseaba era regresar a casa.
—No hay necesidad —respondió ella y luego firmó.
Una vez que el contrato estaba firmado, sacó otro sobre, el cual se lo entregó en sus manos, se sentía un ganador, claro está que siempre lo era.
—Dentro del sobre va dinero suficiente para que puedas cubrir tus gastos, también va un teléfono, ahí te llamaré, cada vez que me ponga en contacto contigo tendrás que cumplir, sin importar lo que estés haciendo deberás acudir a mi llamado.
Charlotte abrió el sobre, sus ojos se espantaron al observar los fajos de dinero, tragó saliva, tomó el teléfono junto con el sobre y los guardó dentro de su cartera.
—¿Cómo quiere que lo llame?
—Soy Logan, no habrá apellidos, ni tampoco temas personales, adicional exijo que me hables de tu —Charlotte asintió levemente con su cabeza.
—¿A dónde quiere que vayamos? —él chasqueó la lengua dentro de su boca.
—Hoy no iremos a ningún lado, ya es demasiado tarde y he perdido la paciencia, bájate del auto; me pondré en contacto contigo cuando quiera verte —habló en un tono de voz seco.
—Adiós Logan —se despidió Charlotte y descendió del auto.
«Sabía que tarde que temprano ibas a caer en mis redes, lo que no logras imaginar es que has vendido el alma al diablo, tu impaciencia y tu falta de dinero hizo que no detallaras el documento que firmaste.
Te tengo Charlotte, estás en mis manos y te someteré a mi antojo, serás de mi propiedad hasta que me canse de ti y luego te desecharé como a las otras», pensó Logan esbozando una sonrisa malvada en su rostro.
—Conduce Robert, vamos a casa —ordenó Logan al conductor y se marchó a toda prisa.
Charlotte rápidamente tomó un taxi, le pidió que la llevara a casa, con sus dos manos sostenía la cartera, recostó la cabeza en el cojín de la silla, cerró los ojos y exhaló con fuerza, lo que acababa de vivir apenas lo podía creer.
«¿Qué has hecho Charlotte?, te vendiste como nunca pensaste hacerlo... Te vendiste como la peor de las mujeres», se reclamó Charlotte a sí misma dándose golpes de pecho, su moral la había puesto por el piso.
Al llegar a casa fue hasta la habitación de su madre, de manera cuidadosa abrió la puerta, la fiebre había desaparecido, su estado de salud había mejorado, su pequeña hermana estaba acostada a su lado siendo su única compañía.
Charlotte salió de manera cuidadosa para no despertarlas, luego fue hasta su habitación, dejó la cartera, se retiró la ropa y se lavó, al terminar colocó una bata sobre su cuerpo y una toalla alrededor de su cabeza.
Por primera vez luego de tanto tiempo Charlotte iba a dormir unas cuantas horas sin preocuparse por el dinero, lo que ella jamás imaginó era que las preocupaciones que vendrían serían aún más intensas y difíciles de solucionar.