Podía sentir el calor de mis venas, la sangre circulando más rápido de lo normal, los latidos haciendo eco en mis oídos.
Lo que sentí fue más allá que liberador.
—No te estoy engañando, Charlotte —Se limitó a decir.
—¿Y cómo quieres qué te crea? ¿Sólo porque tú me lo dices? —Le grité, tomando la carpeta una vez más para arrojarla en el suelo—. ¿Por estos papeles qué podrían ser falsos? ¿Cómo sé qué no los falsificaste?
—¡Charlotte, me he dedicado a cuidarte! —Sus ojos parecían librar una batalla muy difícil. Golpeó el escritorio con su puño cerrado—. ¿Sabes la cantidad de veces qué he revisado tu monitor cardíaco? ¡La mayor parte del día estoy viendo las malditas cámaras mientras trabajo! Le he delegado más responsabilidades a mis empleados porque no puedo pensar en otra cosa que no sea tu estado de salud. ¿Piensas qué eres la única que le preocupaba el resultado de la biopsia?
Me quedé plantada como si me hubieran adherido al piso. Lo vi caminar en mi dirección, pero no fui capaz