••Narra Charlotte••
El aterrizaje fue suave, pero el aterrizaje en mi realidad fue brutal. Frederick me llevaba en brazos, sus pasos firmes y rápidos cruzándolo por la azotea del hospital hacia la entrada de urgencias. Yo me aferraba a su cuello con fuerza, sintiendo que el mundo entero se tambaleaba bajo mis pies.
—Frederick, por favor —supliqué, mi voz aún ronca por el llanto y la presión que había sufrido mi garganta—. Investiga el caso de mi padre. Solo mira las pruebas. Verás que te digo la verdad.
Él no disminuyó el paso. Su mirada estaba fija al frente, su mandíbula apretada. Fingía no escucharme, pero por la forma en que me sujetaba, supe que mis palabras lo estaban afectando.
—No me interesa tu padre, Charlotte —dijo con su voz tan fría como el viento que nos azotaba—. Lo único que me interesa en este maldito momento es que estés bien. Lo demás puede esperar.
No era un no rotundo, pero era un rechazo. Un rechazo a escuchar, a considerar siquiera la posibilidad.
No podía rend