El camino de regreso a la mansión fue un torbellino de emociones. Cada kilómetro que recorría en el auto, el peso en mi pecho se hacía más insoportable.
Había tantos secretos que creía que me iba a ahogar en ellos. Y lo peor era que no solo le estaba mintiendo a una persona, ¡sino a dos!
Y ambos eran los hombres más importantes de mi vida.
Estaban ocurriendo tantas cosas la mismo tiempo que con solo pensarlo, me mareaba, me aterraba. Tenía tantos miedos, secretos y responsabilidad, que ya no sabía que sentir.
Le estaba mintiendo a mi padre sobre Frederick, le estaba mintiendo a Frederick sobre mi padre. Sin contar que debía encontrar una prueba incriminatoria contra Charlas. Además de… de la cesaría. Solo con pensar en que me van a rebanar como carne de consumo, me hacía temblar horriblemente.
Apenas crucé la puerta principal, lo vi.
Frederick estaba en el vestíbulo, apoyado contra la barandilla de la escalera, los brazos cruzados. Su expresión era una máscara de piedra, pero sus