Di vueltas en el espejo una y otra vez, asegurándome de verme bien, de lucir todos mis atributos. Llevaba un vestido verde bosque con un escote largo e indecoroso que llevaba a la altura del ombligo. Por suerte, aún no se notaba el embarazo.
La parte de abajo del vestido era larga y con una pequeña abertura en la pierna derecha. Me coloqué unos tacones plateados y elaboré un peinado que me llevó media hora recoger en la parte de atrás de la cabeza. Y por último, el maquillaje. Esta vez añadí un poco más de rumor en las mejillas y me hice un delineado de gato.
Parecía que estaba a punto de ir a un evento de gala, a una alfombra roja, cuando la realidad es que iba a desayunar en el comedor principal. Pero ahí estaría la zorra de Miranda y estaba segura que debía estar usando uno de sus mejores vestidos, así que yo también tenía que hacer lo mismo. No iba a permitir que esa mujer a la que antes consideraba una buena amiga, me opacara ni me humillara.
Salí de la habitación con el me