9. Sin fuerzas
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Seraphina
El reloj interno de mi mente no dejaba de contar los segundos. Uno, dos, tres... cada uno más pesado que el anterior. ¿Y si me iba? ¿Y si lo seguía? Pero entonces pensaba en mis padres, en lo que me habían dicho antes de salir. Es solo una cita, me repetí por enésima vez. No es un compromiso. No aún.
—¿Todo bien, bonita? —preguntó Dorian con una sonrisa torcida mientras bebía su vino caro como si fuera agua.
Asentí. O fingí que lo hacía. Porque justo en ese momento, lo sentí.
La atmósfera cambió.
El aire en la sala pareció tornarse denso, eléctrico. Y luego, su voz:
—Buenas noches.
Levanté la mirada y sentí cómo el color abandonaba por completo mi rostro.
Ryder estaba ahí.
Con una sonrisa mordaz dibujada en sus labios y una postura tan segura, tan abrumadora, que nadie pudo ignorarlo.
—¿Qué necesita? —preguntó Dorian con un dejo de molestia y confusión.
Ryder avanzó un paso, sin molestarse en bajar la voz ni cuidar las formas. Extendió la mano con elegancia cont