10. Ahora si es personal
10
Seraphina
El beso se rompió por el zumbido insistente de su teléfono.
Ryder gruñó por lo bajo, molesto por la interrupción, pero contestó sin dejar de acorralarme. Me tenía atrapada contra el asiento, una de sus manos rodeando mi cintura, manteniéndome pegada a su cuerpo. Sentía su deseo contra mi abdomen, duro, palpitante, negándose a ceder a pesar de la llamada.
—Thorne —dijo con voz grave, sin quitarme los ojos de encima.
Me moví, intentando acomodarme, pero su brazo se tensó como una barrera de acero. Me arrastró aún más cerca, obligándome a sentir cada centímetro de su firmeza. Su otra mano tomó la mía y, sin decir palabra, la colocó justo encima de su erección, marcando lo que él quería sin ambigüedades.
Mi corazón dio un vuelco.
Sabía lo que estaba pidiendo. O, mejor dicho, exigiendo.
Mi mirada subió a la suya. Oscura. Intensa. Despiadadamente dominante.
Y entonces lo hice.
Con las mejillas encendidas, sin pensar en el mundo fuera del coche, me arrodillé frente a él mientras