45. ¿Puedes creerlo?
45
Sera
Unos golpes suaves en la puerta me sacaron del letargo, pero no contesté. No tenía fuerzas. No tenía voz.
A los segundos, la puerta se abrió despacio. No me moví. Solo me encogí un poco más entre las sábanas húmedas por las lágrimas.
—Sera… —la voz de Blake sonó cautelosa, casi en un susurro. No sé si por miedo a molestarme o por lo que vio al entrar.
Me di cuenta de cómo debía verme: hecha un ovillo, con el rostro hinchado, las mejillas empapadas, los ojos enrojecidos. Vulnerable. Rota.
—Te traje algo ligero —dijo, dejando una bandeja sobre la mesita—. Solo fruta, un poco de té… No has comido nada en horas.
Asentí apenas, sin mirarlo, sin intención de probar bocado.
Blake se acercó con cautela y se sentó en el borde de la cama, sin invadir mi espacio, pero lo bastante cerca como para que sintiera su presencia.
—¿Qué pasó? —preguntó, con voz baja.
No pude evitarlo. Todo lo que había guardado dentro salió de golpe.
—Dijo… dijo que es un lobo. Un maldito cambiaformas, Blake. Que