Pandora Muller —¿Esperas a alguien? —Yo soy la primera en reaccionar, pero él se nota tan sorprendido como yo. —¿Pediste algún delivery?—No. No pedí nada. —Se levanta conmigo en brazos y me coloca en el piso. —Seguramente alguien se equivocó de piso. Espérame en el comedor, iré a ver quien es.Deja un beso corto en mi boca antes de caminar hasta la entrada. Yo hago lo mismo hacia el comedor, pero una voz que reconozco bien, me detiene a mitad de camino.—Hola, de nuevo, Norman. Disculpa que haya vuelto sin avisar, pero perdí mi arete, y vine a preguntarte si lo has visto por ahí.«¿Hola de nuevo? ¿Haya vuelto sin avisar? ¿Perdí mi arete?» miles de preguntas empiezan a rebotar en mi cabeza mientras un nudo se me forma en la garganta. ¿Qué significa esto? ¿Por qué esa mujer habla de ese modo tan íntimo con Norman? ¿Y qué es esa forma de comportarse con él, tan efusiva?Me doy la vuelta y mi mirada se encuentra con la de Norman. No sé como sentirme con respecto a esto que está pasando y
Norman Stone—¡Rayos! —Me quejo cuando la luz que entra por la ventana de cristal me encandila los ojos. Tardo un poco en acostumbrarme a la claridad antes de abrirlos por completo.Maldigo por no haber cerrado las cortinas anoche. Es tardísimo y me dormí más de la cuenta.Palpo al otro costado de la cama y suspiro al notar que ya está vacío. Un nudo se me forma en la garganta al recordar la cara de Dora cuando Beatriz vino. Aunque no me haya dicho nada, su actitud ensimismada e indiferente en la cena y el hecho de que tomara su pastilla para dormir para evitar hablar conmigo, me confirman que está molesta.Es obvio que pensó lo peor de mí y no sé como sentirme al respecto, yo también lo haría porque no hay forma de entenderlo de otro modo; sin embargo, esperé mientras cenábamos que me pidiera una explicación para poder decirle la verdad, pero eso nunca pasó. Ahora no estoy seguro de haber hecho bien al callarme, no me gusta estar distanciado con ella.Me obligo a levantarme y voy has
Norman Stone No sé lo que estoy haciendo, pero si sé lo que estoy sintiendo. Y tal como me dijo mi mamá alguna vez, no se puede huir de lo que se siente.No tengo idea de si eso es bueno o malo, pero lo que sea, pretendo solo vivirlo sin temer remediarlo.Con Dora subimos al auto y por más absurdo que suene, la profesora se cuela con nosotros porque la lluvia es más fuerte justo en el momento. En el camino no suelto la mano de Dora ni un solo segundo, porque ya no quiero más de ese vacío que se siente cuando ella no está cerca de mí. Además de que así dejo las cosas claras para ambas, especialmente para mi vecina que se ha tomado atribuciones que no tiene y a Dora para que no le quede dudas que entre la susodicha y yo no hay nada.Durante el trayecto, ni Dora ni yo decimos nada, excepto Beatriz, que no ha dejado de hacer preguntas todo el tiempo. Preguntas que quedan al aire porque a ninguno nos nace contestar o hablar con ella.Una vez en el edificio, ella sube a su departamento, que
Norman Stone—¿Dónde conseguiste este avión? —Pregunta con un jadeo cuando llegamos hasta el aeropuerto. A último momento decidí prestar uno de los aviones privados de mi padre para nuestro viaje, claro, sin que él sepa exactamente su uso verdadero. —Nunca había subido en uno tan hermoso, Norman. Debe ser muy caro.—Es un vuelo privado, lo alquilé para que nos lleve hasta México —Miento. Tomo su maleta y le paso a Míriam, la asistente de vuelo, quien hace un asentimiento hacia nosotros a modo de saludo. Había quedado con el piloto y los asistentes que debían ser discretos frente a Dora y por supuesto no hablar de mis destinos con mi padre. Él cree que lo usaré para una ayuda comunitaria.—Es muy lujoso —Menciona. No sale de la impresión cuando hacemos un recorrido adentro. Su rostro me causa diversión y ternura al mismo tiempo. Parece una niña feliz por su nueva experiencia.Estos días he pensado mucho en ella, en lo que será de nuestras vidas cuando me vaya, de cómo se sentirá, de có
Pandora Muller —¡¡Aaaaaaaah!! —Lucy y yo gritamos en unísono cuando llego a su casa a visitarla.No sabía que la había extrañado tanto hasta ahora que nos abrazamos y saltiteamos como niñas al reencontrarnos.—¡Bienvenida, morena! —dice dándome una vuelta con la mano. —¡Qué hermosa te pusiste, amiga! Estás radiante. Ese color tostado te queda divino.—Gracias —Vuelvo a abrazarla. —Te extrañé mucho, Lucy.—No creo que hayas tenido tiempo para eso, pero agradezco tu intención de hacerme sentir bien. —Bromea mientras nos dirigimos hasta la sala a tomar asiento. —Suficiente tengo con tú hayas sido feliz. ¿Lo fuiste? Cuéntamelo todo, por favor.—Todo estuvo hermoso, amiga. Fueron los mejores días de mi vida. Fui muy feliz, como nunca antes.—Te lo merecías, Dora. Has estudiado y trabajado mucho estos años, también necesitas descansar y despejarte y que mejor que al lado de tu papurri alemán.—Tome muchas fotos, necesitamos un día entero para verlas todas. También traje cosas para ti que es
Pandora MullerCinco, cuatro, tres, dos, uno... los fuegos artificiales iluminan el cielo asunceno en el comienzo de un nuevo año.La algarabía es mucha, hay gente abrazándose unas a otras, entre risas y gritos, todos muy felices.—¡Felicidades, amiga! —Lucy, quien se encuentra a mi lado, me abraza. —Que este año te traiga muchas sorpresas y felicidad.No creo que su deseo se cumpla, pero aun así agradezco que me desee algo tan bonito e intente levantarme el ánimo cuando sabe que todo me cuesta mucho más que antes, hasta sonreír.—¡Feliz 2022, mi querida Lucy! —Respondo con una sonrisa fingida. —Estoy segura de que este año será mejor que las anteriores.—Lo será amiga, la esperanza es lo último que se pierde.Me vuelve a abrazar y mi corazón no se calma. Estoy muy sensible y todo lo que quiero es irme a casa y llorar; sin embargo, me niego a dejarme caer, al menos no frente a mi familia, frente a mis amigos del barrio. No es momento para eso.—¡Felicidades, hija! —Mis padres se acerc
Pandora Muller¿Cómo voy a decirle a mis padres lo del bebé? Es la pregunta que más veces me hago cuando voy llegando a casa. Ni yo misma puedo asimilarlo aun y no sé como abordar el tema con ellos sin sonar una irresponsable. Ya soy adulta, se supone que debo saber como cuidarme para no llegar a esto.—¿Estás bien? —Pregunta mi amiga estacionando el auto frente a casa.—No.—¿Quieres que pase contigo?—No —Repito. —Es algo que debo afrontar sola. Tengo más de dos meses, casi tres, Lucy, no podré ocultarlo por mucho tiempo de todos modos.—Si me necesitas, me llamas —Aprieta mi mano antes de darme un beso en la mejilla. —Estaré pendiente del celular.—Gracias, Lucy.Nos despedimos. Ella se va a su casa y yo me quedo en la puerta suspirando, cogiendo un poco de valor antes de entrar.Entro y las luces ya están apagadas en la sala. Mis padres ya deben estar en su habitación.Mis pasos por la escalera son pesados y pausados. Llego hasta la puerta de la habitación y hago dos toquecitos an
Norman StoneMi celular vuelve a sonar y resoplo. Tiro mi bolígrafo a un lado y miro la pantalla. Lo mismo que todos los días. Es la quinta vez que ignoro su llamada solo hoy.—Doctor Stone, su padre desea una reunión con usted. Lo espera es su oficina en quince minutos —Nancy, mi asistente, comunica por el intercambiador.—¿Le dijiste que estoy ocupado en el proyecto? —Pregunto escueto y fastidiado.—Si, doctor, lo hice, pero mencionó que era urgente y que no debía dejar de ir.Masajeo mis sienes en un último intento para mermar mi estrés antes de ir a verlo. Estoy cansado de lo mismo y no le veo el caso a este sermoneo constante que solo nos quita el tiempo a ambos.Ajusto mis lentes y salgo a paso firme, pero pausado, hacia el siguiente piso, donde se encuentra la oficina de mi padre.—Buenas tardes, director. El doctor Andrés lo está esperando —Me informa su asistente mucho antes de que llegue hasta su escritorio. Conozco la intensidad y el mal humor de mi padre, así que imagino s