Danna prestó atención a Eurides mientras respiraba con normalidad y abría los ojos. Después de un breve instante, le hablo con una voz llena de ansiedad.
—¡Eurides! ¿Cómo te sientes? ¿Estás bien?
Eurides miró a Danna con asombro y trató de encontrar las palabras adecuadas para describir lo que había experimentado. Sus ojos brillaban con emoción mientras respondía.
—Me siento bien —con una expresión de sorpresa y alegría continuó—. ¡Danna! De repente sentí como todo el dolor y la angustia desaparecían. Sentí una paz profunda y sanadora. No puedo explicarlo, pero estoy segura de que algo extraordinario he experimentado —puso una cara de asombro al llevar la mano a su herida y estaba cerrada— ¡Danna! ¿Cómo es posible que mi herida esté sanando de esta manera?
—Yo abuelita te he sanado con mi sangre —Interrumpió una risueña vocecita.
Eurides miró a la pequeña con ternura y expresó con gratitud.
— Gracias, mi princesa, por regresarme a la vida. —Luego, desvió la mirada hacia Danna y contin