Capítulo 107

En las afueras, Eos observaba la entrada de la manada con una mezcla de osadía y preocupación. Heracles y Dylan se aproximaron a su prima con expresiones cargadas de inquietud.

— Prima, hemos rodeado la manada y hemos buscado la forma de entrar, pero es imposible; todos los accesos están bloqueados.

Ante la dificultad, Eos se puso a analizar cómo podrían hacer para subir ese muro. Sin embargo, unos gritos ahogados captaron su atención; provenían del interior de la manada. La angustia se apoderó de su cuerpo, y Galilea, percibiendo la desesperación en su rostro, posó su mano derecha en uno, los hombros de Eos.

—¡Eos! Eres fuerte. No decaigas. Tu gente te necesita, confía en ti —pronunció Galilea, tratando de infundir ánimo para que no se debilite.

Heracles y Dylan, conscientes de la gravedad de la situación, llamaron a sus hombres para idear una estrategia que les permitiera derribar la imponente puerta principal. Los gritos de la gente resonaban con mayor intensidad. En ese momento, l
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