Capítulo 9
Aquel día, Diego había acompañado a Olga al hospital. Antes de irse, les pidió a sus amigos que le dieran un pequeño susto a Elsa, solo para bajarle los humos. Nada grave —pensó—, un escarmiento leve, tal vez con agua picante. Jamás imaginó que llegarían tan lejos. Que casi la mataran.

Olga, al ver lo que salía en la pantalla, se quedó sin aliento. La cara se le desfiguró del susto. Corrió al panel de control, desesperada, apretando botones sin saber lo que hacía.

—¡Apáguenlo! ¡Quítenlo ya! —gritó, casi en pánico.

Pero lo único que logró fue subir el volumen. Los gritos de Elsa, mezclados con las risas asquerosas de sus agresores, retumbaron por todo el salón.

La fiesta se suspendió de inmediato. Los invitados fueron evacuados. Solo quedaron Olga, Diego y los responsables de la agresión.

Olga temblaba de pies a cabeza. No podía articular palabra. Y cuando Diego la miró, se sintió desnuda, expuesta.

—Yo... yo nunca quise que le hicieran daño —balbuceó—. Tenía miedo de que aún sintieras
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