—A ver, Efraín, déjame ver si entiendo. — dijo Alfredo levantando una ceja —. ¿Me estás diciendo que si no te vendo las acciones al precio que se te ocurrió, nos olvidamos del proyecto del resort que estábamos negociando? ¿Eso es una amenaza?

Efraín apenas movió los labios, con una mirada segura.

—Para nada. Solo quiero que lo pienses bien. Sé que Corporativo Unión también está interesado en tus acciones y que ya hablaron ayer. Si no aceptaste su oferta y decidiste reunirte conmigo hoy, es porque sabes que soy la mejor opción. Te aseguro que soy sincero y que si trabajamos juntos, nos irá muy bien.

Alfredo se quedó pensativo un instante y luego se rio.

—No por nada dicen que eres un genio para los negocios, Efraín. Pero ahora que Grupo Herrera y Corporativo Unión se pelean por mis acciones... ¿no crees que eso podría causar un poco de alboroto en el futuro? ¿Tú qué opinas?

—Ya lo veremos —respondió Efraín con una leve sonrisa.

Alfredo bajó la vista y sonrió para sus adentros.

“Ese mal