A la mañana siguiente, Bianca bajó las escaleras sintiéndose aún muy agotada. No durmió bien. Efraín se había ido. Caminó hasta la cocina, donde encontró una nota sobre la mesa. Se inclinó para leerla.
[Buen día. Preparé el desayuno.]
Abrió la waflera y el aroma dulce a canela la envolvió. Eran rebanadas de pan francés. Se sirvió un par en un plato y las cubrió con fresas frescas y un chorrito de miel. Le dio un mordisco y descubrió que estaba delicioso, suave por dentro y crujiente por fuera. En ese momento hubiera querido que él estuviera ahí para agradecerle.
...
Efraín había llegado temprano a la oficina, pues tenía una reunión a las diez con Alfredo para negociar la transferencia de unas acciones. Ahora mismo iba en su carro de camino a las oficinas de Grupo Prado. Sacó el celular, desbloqueó la pantalla y la volvió a apagar, con la mirada fija en un número que ya casi se sabía de memoria, sin atreverse a marcar.
Mientras dudaba, el semáforo se puso en rojo y frenó de golpe. Just