Dylan se cruzó de brazos, su mirada estaba fija en Karla, quien aún tenía los ojos abiertos de par en par, indignada.
—Karla, deberías mantener la compostura y evitar este tipo de escenas. También tienes que dar el ejemplo en este lugar. ¿Crees que Mónica lo hizo a propósito? ¿Que realmente su intención era volcar el café sobre ti? Claramente fue un error, y deberías dejarla tranquila.
Karla apretó los labios, furiosa. Miró a Dylan con incredulidad, como si no pudiera creer lo que estaba escuchando.
—¿Me estás diciendo que esto es culpa mía? —replicó, alzando la voz—. ¿Ahora soy yo la culpable de que tu incompetente asistente me haya arruinado la ropa?
Dylan no perdió la calma, pero su tono se volvió más severo.
—No la insultes. Ni siquiera te lo estoy pidiendo amigablemente, Karla, te lo estoy exigiendo. Muestra respeto hacia una persona que, al igual que tú, está trabajando aquí. ¿Te fue mal en tu último caso? ¿Estás frustrada? Eso no es problema mío ni de mi asistente. Así que