Brenda salió del baño, incluso después de un momento relajante en la ducha, no había logrado calmar su mente. Su cabeza seguía llena de pensamientos que se entrelazaban ferozmente, sin dejarle un momento de descanso. Mientras se secaba el cabello y comenzaba a vestirse, sentía cómo su mente volvía una y otra vez a los mismos temas. Pensaba en esa bebé que probablemente nunca llegó a existir, pero cuya idea seguía atormentándola.
La incertidumbre la carcomía. ¿Realmente había existido esa niña que era la hermana de Haidar? ¿Qué le había pasado exactamente a ellos? Más allá de eso, Brenda sentía una profunda confusión respecto a los secretos que rodeaban a los padres de Haidar. Había algo que él no quería contarle, algo que se negaba a decirle, y su silencio era bastante frustrante.
Sabía que Haidar estaba protegiendo algo, pero no lograba entender por qué. Suspiró profundamente, dejando caer los hombros mientras se sentaba en la cama. La preocupación se reflejaba en su rostro, pero rá