Al día siguiente, Dylan Brown se dirigió a la dirección del departamento de Marlene. Cuando llegó, ya era pasado el mediodía. Se detuvo frente a la puerta y, después de tomar una profunda respiración, tocó el timbre. Pronto, la mujer abrió, sorprendida de encontrar al abogado de su exprometido en su hogar.
—No puedo creer que el abogado de mi exprometido esté aquí, frente a mí —pronunció desconcertada.
Dylan no se dejó intimidar por su reacción y la invitó a pasar. Una vez en la sala, sacó un sobre pequeño y lo colocó sobre la mesita de centro, frente a Marlene.
—Explícame qué significa esto y por qué me lo estás dando —exigió ella, mirando el sobre con desconfianza.
—En ese sobre se encuentra el dinero con el que estoy saldando la deuda de la señorita Mónica —respondió Dylan con calma.
Marlene se quedó desencajada, confundida y sorprendida. No entendía qué tenía que ver Dylan con Mónica, su empleada.
—¿Qué significa todo esto, Dylan? ¿Me estás diciendo que, por casualidad, conociste