Mundo ficciónIniciar sesiónHera quita su mano y vuelve a tomar asiento. Mientras tanto, Mateo no puede dejar de observar a la mujer.
Es idéntica… no, idéntica no.
Su cabello es rubio largo, liso, es hermoso, pero no es como el de su Vania. Aquellos ojos no son como los ojos ámbares que conoció aquella noche, estos son azules y fríos, sin ningún rasgo de sentimiento. Aquella nariz no es la nariz respingona de su niña. No. Es muy diferente.
El cuerpo… si bien es despampanante, su Vania era mucho más sencilla, sus curvas eran las de una niña. Estas son las curvas de una mujer experimentada.
—Tome asiento, señor De Santis —Mateo hace lo que Hera, le pide. Y ella sonríe. Levantando una pierna sobre la otra—. ¿Le ofrezco algo de beber?
—No, muchas gracias, solo… Solo estoy aquí para firmar el trato que usted propuso —Mateo trat







