Capítulo 29: Un marido celoso.
Luego de Palermo, vino Marsala, Siracusa, Catania y por último Bari. Aunque faltaron muchas de las ciudades de Italia por conocer, al menos Mateo se había esforzado por llevarla a las más importantes, al menos para él.
Vania lo había disfrutado, mucho, pero siempre después de que las náuseas se le pasaran.
Mateo entra en la habitación con una bandeja con comida que huele deliciosa, ella se sienta en la cama y se bebe un poco de jugo de toronja, se come unas galletas saladas, ambos son parte de su desayuno diario para controlar los malestares y poder evitar que Mateo se dé cuenta de que lleva a su hijo en el vientre.
—Mi amor, ¿qué te gustaría hacer hoy? —le pregunta él, colocando mantequilla a una tostada—. Ya mañana nos vamos de regreso a casa.
—Amor, hoy quisiera quedarme aquí, hemos visto mucho en estas tres semanas, quisiera descansar un poco antes de regresar a la normalidad.
—Entonces, así se hará —le entrega una tostada y ella le da una mordida, sabe tan rica que no puede