Siguió su consejo y permaneció en el hospital en tratamiento y observación hasta que se recuperó prácticamente dos días después. Entonces, completó los trámites del alta.
Lo primero que hicieron al salir del hospital fue visitar a Stanley en la cárcel.
Emocionada por ver a Stanley, Katherine no pudo dormir la noche anterior, mirando el techo blanco y preguntándose qué decir.
A pesar de devanarse los sesos toda la noche, seguía sin saber qué hacer.
Si no hubiera sido por la compañía y el consuelo de Oscar, se habría sentido aún más agobiada e incómoda.
—No pasa nada, no te preocupes—. Oscar se dio cuenta de la expresión pensativa de Katherine y le dio unas palmaditas en la espalda. —Tu padre se alegrará de verte. Habla de cosas más felices y no le des demasiadas vueltas.
Incluso con semejante seguridad, Katherine se esforzaba por mantener la compostura.
Cuando por fin llegó a la prisión y entró en la sala de visitas, al ver al Stanley notablemente envejecido, ya no pudo contener sus em