Desde su encarcelamiento, no le había visto.
Si no fuera por Lara, ni siquiera habría sabido que Stanley estaba en la cárcel.
—De acuerdo—. Katherine asintió agradecida a Oscar. —Gracias, Sr. Miller.
Ningún agradecimiento podría expresar las emociones actuales de Katherine. Sin la ayuda de Oscar, ni siquiera sabría hacia dónde daba la entrada de la prisión. Todo gracias a Oscar.
—Si quieres agradecerme, come todos estos bocadillos.
Oscar sonrió a Katherine y le dio una palmada en la cabeza, pero luego retiró la mano. —Muy bien, vete pronto a casa. Ya es tarde.
—Me iré a casa cuando termine estas tareas.
Feliz como estaba, Katherine no olvidó el trabajo que había prometido a Mona.
Tenía casi todo el material preparado. Sólo le faltaba imprimirlos y encuadernarlos.
Este paso era sencillo pero requería mucho tiempo, ya que se tardaba al menos dos horas en clasificar y encuadernar cientos de documentos.
Ya eran las diez de la noche, mucho más allá del final de la jornada laboral.
Katherin