Katherine no se quejaba. Hizo todo lo que pudo para completar las tareas que se le asignaron.
Incluso cuando le pedían que comprara café, se levantaba y bajaba las escaleras, recordando claramente el pedido de cada persona.
—Aquí tienes tu Snowcap; éste con leche y sin azúcar es para Sandra, el de Leonard es éste, y el que tiene hielo y leche es el de Sr. Miller.
A pesar de ser una tarea pequeña, Katherine la ejecutó a la perfección.
Todos se asombraban de su excelente memoria, algo que otros no podían reproducir.
—¿Quién hubiera pensado que Katherine podría ser tan capaz? Bajó y compró más de una docena de cafés, y ni uno solo estaba mal. Si yo tuviera esa memoria, estaría encantado.
—¿Qué tiene de bueno comprar café? —Alguien se mofó: —La hija de la familia Walker hace recados aquí. Suena bien llamarla ayudante, pero no es más que una recadera.
—¡Si yo fuera ella, querría meterme en un agujero y no volver a ver a nadie!
Estos comentarios se hicieron a espaldas de Katherine, pero est