Capítulo 41

Suspiró y se río.

—Pensé que ibas a dejarme plantada.

—Eso jamás, Sofi. Al rato uno de los guardaespaldas de Vicente le vino a avisar, que el chofer la estaba esperando. Al salir vio una limusina de color negro

—Ya llegó la limusina —le dijo Sofía—. Nos vemos al rato.

—Nos vemos pronto, cariño —dijo antes de colgarle.

El conductor salió y la vio sonriendo y ruborizada.

—Buenas noches, Señora Espinoza.

—Buenas noches —dijo Sofía, emocionada.

El conductor abrió la puerta del asiento de atrás de la limusina. Ella se sentó y respiró profundo, tratando de ocultar su nerviosismo. Jamás se había subido a una limusina tan lujosa, sin duda nunca una con una botella de champagne metida en una cubeta de hielo.

—¿Es para mí? —le preguntó al conductor cuando subió.

—Si así lo desea la señora —dijo—. Las copas están en el compartimiento a su derecha.

Vio la puertita a la que se refería y esperó a que cerrara la puerta para tomar una copa y servirse un poco.

Sofía se quedó mirando por la ventana dur
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