Por un breve momento, Catherine tuvo la esperanza de que sus palabras fueran ciertas, de que se sintiera al menos un poco preocupado por ella.
—¿Podrías dejarnos solos? —le cuestiono a su nana.
—Por supuesto, si necesitan algo saben dónde encontrarme —accedió enseguida, dirigiéndose hacia la puerta de inmediato.
Apenas escucho como sus pasos desaparecerían en el fondo del pasillo, soltó a Catherine de forma brusca, alejándose de ella un par de pasos.
—No te equivoques. No eres y jamás serás la señora de esta casa. Ese título no te pertenece —declaro con firmeza.
—Lo sé —reconoció ella y es que lo tenía más que presente.
Una vez más se vio en la necesidad de reconocer lo buen actor que era, lo grandioso que era fingiendo.
—Solo quiero evitar que la verdad se sepa, que incluso los sirvientes lo sepan. Estos siempre hablan y no permitiré que mi nombre y el de mi familia se encuentre en boca de todos, no dejare que suceda ningún escandalo —le explico.
—Ante todos nos comportar