Capítulo 3

Un rato después, ambos se encontraban en el carruaje que los llevaría a la casa familiar de Thomas en Essex. Esta se encontraba a 5 horas de camino y la cual sería su hogar por al menos un par de meses, que era lo mínimo que debía durar la luna de miel.

El silencio en aquel espacio confinado cortaba como una navaja. La verdad es que último que Thomas deseaba era pasar las siguientes horas al lado de Catherine y mucho menos su vida entera, la sola idea le enfurecía, sobre todo porque esa no había sido su decisión.

Flashback

Una semana antes…

Hacia solo un mes que el padre de Thomas había muerto, legándole el titulo como su primogénito y único hijo varón. Se había convertido en el conde de Essex, título que traía consigo grandes retos y responsabilidades; normas, estándares que debía seguir y cosas que se esperaban de él. Mismas que hasta ese momento había evitado, llevando la vida que deseaba. Sin embargo, debía reconocer que aquella nueva posición de la que gozaría; también tenía sus ventajas como el estatus, privilegios y sobre todo la fortuna que venía con el título.

Esa noche había sido invitado por primera vez a una partida de cartas muy exclusiva. Según tenía entendido la organizada un hombre de mucho dinero y solo invitaba a los nobles más poderosos y ricos de la sociedad londinense. Lo cierto es que hubiera preferido ir a una de las tabernas que solía frecuentar siempre. No obstante, eran concierte de que ahora necesitaba codearse con esas personas.

La verdad es que al llegar se llevó una gran sonrisa y es que no se trataban del grupo aburrido y correcto que espero.

El alcohol y la conversación no dejo de fluir mientras jugaban una partida tras otra, en las cuales se apostaban grandes cantidades de dinero como si no fuesen nada. Lo cierto es que, para aquel selecto grupo, no lo eran. La emoción de ganar, acompañado del estupor del licor fuerte; pronto le hicieron olvidarse de todo. Ocurrió tan de ese modo que al final perdió el sentido.

Se encontraba ganando una partida y lo siguiente que supo es que se hallaba afuera a la mitad del jardín. Sentía un fuerte dolor de cabeza y estaba un tanto confuso, era como si le costara hilar pensamientos con claridad. Poco a poco comenzó a enfocar la vista y lo que antes había sido una bruma se disipo para dar paso a una imagen más que clara. La imagen de media docena de los nobles con los que había estado jugando, todos estos parados antes él, mirándolo desde arriba; lo cual quería decir que se encontraba tirado en el piso.

Su primer pensamiento fue que el alcohol lo había sobrepasado, que quizás había hecho el ridículo ante estos; pero dicha idea pronto desapareció

No solo porque las expresiones de estos no reflejaban ninguna gracia o quizás sorpresa, sino más bien una profunda desaprobación y hasta enojo. Consciente de eso, supo que algo más había pasado.

            —¿Qué sucede? —les cuestiono, esperando no haber cometido ninguna tontería o al menos no una demasiado grande.

Intento incorporarse y al hacerlo se dio cuenta de que se encontraba a medio vestir. Por desgracia, no solo era eso y es que un sonido en particular, mismo que hasta ese momento le había pasado desapercibido, llamo a su atención. Se trataba del llanto desconsolado de una mujer.

Volteo enseguida por todo el lugar, intentando encontrar a la dueña de aquel llanto. Este provenía de una joven de largo cabello negro, quien se encontraba en brazos de John, su anfitrión. Dado el estado en que la joven se encontraba, vistiendo únicamente su camisón; apenas cubierto por una manta y su propio estado. Lo cierto es que no le costó mucho entender lo que había pasado o al menos lo que todos parecían creer.

            —Yo no… —intento defenderse mientras se ponía en pie.

Lo hizo solo para caer de nuevo con rapidez, cuando John le asesto un fuerte golpe en la mandíbula que lo llevo hasta el suelo de forma contundente.

            —Te invite a mi hogar y te trate como a un amigo, porque creí que eras un caballero. Que eras un hombre digno de confianza, pero veo que me he equivocado, eres solo un ruin barbaján —le acuso con furia.

            —Has deshonrado a mi hija —le dijo, haciendo que Thomas volteara a ver enseguida a la joven cuyo rostro se encontraba cubierto por completo de lágrimas.

En esos momentos, esta era reconfortada por una de las sirvientas.

John entonces regreso a ella, abrazándola un momento,

            —Llévenla a la casa —ordeno a las empleadas, quienes la sacaron de ahí con rapidez y sin que Thomas pudiera terminar de entender lo que había pasado con exactitud.

            —Te exijo que repares el daño que has causado —vocifero John con firmeza.

Thomas era perfectamente consciente de que no era ninguna blanca paloma y no lo había sido desde hacía un largo tiempo. Sin embargo, no era de lo que deshonraban a una doncella y no porque no deseara hacerlo o no hubiese tenido oportunidades al correr de los años, porque había sido de ese modo. Se trataba más bien del hecho de que tenía en claro lo peligroso que eso podía resultar.

Entonces con paso un tanto vacilante logro ponerse en pie de nuevo y acercarse John.

            —¿Qué quiere? —le cuestiono, aun cuando en el fondo ya lo sabía.

            —Quiero que te cases con ella, que repares el daño que le has causado. Eso es lo justo —exigió como era esperado.

Al escucharlo, Thomas acorto la distancia que los separaba. Le hablo justo a la cara y en voz baja para que le resto no lo hiciera.

            —¿Qué fue lo que pusiste en mi copa? —le cuestiono sin preámbulo alguno.

            —No tengo idea de lo que hablas —afirmo John, sin inmutarse ni un poco por su acusación; lo cual debía reconocerle.

            —Suelo soportar muy bien el alcohol y se diferenciar entre el dolor de una resaca y el de un golpe. Usted y yo sabemos que nada paso entre esa joven y yo, así que dejémonos de tonterías; que todo esto fue preparado, ¿no es así? —le cuestiono cada vez más seguro de que había sido de ese modo.

            —¿Y que si fue de ese modo? Aquí lo importante no es la verdad, sino lo que se puede probar y lo tuyo no son más que conjeturas. Yo, en cambio, tengo varios testigos más que fiables de lo que has hecho con mi hija —le dijo, haciendo referencia a los nobles que se encontraban solo un par de metros tras ellos.

            —Si crees que me interesa el escándalo estás muy equivocado; además, ambos sabemos que los más perjudicados serian tú y tu hija ¿no te parece? —intento hacerle ver las repercusiones que tenía lo que pretendía hacer.

            —No si ella firma que fue obligada por ti. Estoy seguro de que ni tu título podrás salvarte de un escándalo semejante, Incluso puede que este te sea revocado, al igual que toda tu fortuna; a ti y a tu familia, tu hermana quedaría desprotegida —le dijo, tocando un punto de presión con el que sabía lo aria recapacitar.

            —No te atrevas… —se alteró en cuestión de un segundo, justo lo que John esperaba.

            —Entonces haz lo que le digo, cásate con ella lo antes posible y todo este mal momento quedara en el pasado. Yo me encargare de que sea de ese modo —le aseguro John con toda confianza al respecto.

Fin del Flashback

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