En ese momento, un nuevo rayo atravesó el cielo, alumbrándolos a ambos y un posterior estruendo le prosiguió. Al ocurrir, ambos se encogieron con temor y es que la tormenta se encontraba justo sobre ellos.
—Debemos encontrar un lugar en el cual refugiarnos —le dijo Thomas, sujetando su mano para que comenzara a caminar a su lado.
Iniciaron entonces a correr por el bosque, intentando encontrar algún lugar en el que protegerse de la lluvia. Infortunadamente no parecía posible, no cuando se encontraban en medio de la nada.
Fue de ese modo, hasta que por fortuna vieron a lo lejos una construcción.
—¡Hay! —exclamo Catherine con emoción y gran alivio.
—Si, ya lo he visto —reconoció Thomas, dirigiéndose a esta sin demora.
Se trataba de una pequeña cabaña abandonada, la cual apenas se